ESTÁNDARES Y NORMAS EN EVALUACIÓN PSICOLÓGICA: ¿Reglamentísmo de fin de siglo?

 

La evaluación psicológica, como actividad humana, profesional y científica, conlleva una serie de tareas o acciones así como involucra a distintos tipos de colectivos implicados. A través de este siglo, se han dictado normas a la hora de normalizar esas tareas y actividades profesionales así como códigos deontológicos con el fin de que el psicólogo auto-regule su conducta.

 

A continuación se presenta el conjunto de siete grupos de tareas, de la que se derivan estándares o garantías así como audiencias implicadas en el amplio ámbito de la evaluación psicológica. Veamos brevemente esta cuestión.

 

1. A lo largo de este siglo distintas organizaciones han producido Estándares para la construcción de tests (APA, 1978, 1985). Se trata de normalizar qué garantías deben reunir los instrumentos de evaluación psicológica para ser consideradas herramientas científicas y ser adoptados por una comunidad profesional que pretende ser rigurosa. En este momento la Asociación Americana de Psicología está produciendo una última versión (revisión de las anteriores) que será editada y promulgada en breve y que, muy probablemente, va a ser adoptada por la mayor parte de asociaciones de psicología en el mundo.

 

2. Pero la construcción de tests es un punto de partida, los tests son productos científicos pero, también, comerciales que han de ser publicados y distribuidos con ciertas garantías. Por esta razón, en algunos países, se han promulgado normas para la venta y distribución de tests que tratan de evitar su mal uso y, en definitiva, el intrusismo profesional. Distintos países han decidido la adopción de criterios a la hora de la renta y distribución de tests; España no ha tomado decisiones a este respecto y ello entraña una asignatura pendiente.

 

3. Los instrumentos de evaluación suele ser construidos desde una específica cultura pero, frecuentemente, son traducidos y adaptados a otras. Este proceso de traducción a otras lenguas o adaptación a otras culturas ha sido también regulado, recientemente, por la International Tests Commission con el concurso de una serie de organizaciones internacionales (ver, por ejemplo, Hambleton, 1994, ver también Muñiz, 1997).

 

4. Los tests y otros instrumentos de medida en psicología tienen diversos grados de dificultad y, por tanto, requieren distintos niveles de formación. Un problema importante, reside en la regulación de la utilización de los tests donde se involucran los derechos de los psicólogos (al serlo) y la necesidad de cualificación para aplicar los tests y otros instrumentos de medida. Con el concurso internacional la International Test Commission está procediendo a regular este ámbito que parece de extraordinaria importancia. (por ej.: Bartram, 1995).

 

5. Los clientes o usuarios de la evaluación tienen también sus derechos; dos son los tipos de regulación sobre este tema: de un lado, los Códigos Deontológicos profesionales agrupan normas éticas para regular el auto-control del profesional que en su relación con el cliente está comprometido a una serie de actuaciones, de otro lado, las asociaciones de ciudadanos han planteado también sus derechos como usuarios de los tests (Fremer, 1997). Sin embargo, en España no existe regulación alguna a este respecto.

 

6. Ligado con el punto anterior se encuentran las normas deontológicas que implican el comportamiento del psicólogo durante el proceso de evaluación y la información de resultados de la evaluación y que comprende un apartado importante en este tipo de códigos (por ejemplo, COP, 1988).

 

7. Finalmente, todo lo dicho hasta aquí (con excepción del punto 6) no entraña ni más ni menos que aspectos ligados a la construcción, distribución, adaptación y utilización de tests. Sin embargo, como se ha tratado de expresar en la Figura xx, evaluación psicológica se lleva a cabo mediante un proceso de toma de decisiones a través del cual el psicólogo solicita información, se plantea hipótesis sobre el caso, selecciona y decide utilizar una serie de instrumentos de evaluación y llega a unas conclusiones de las que se derivan orientaciones, intervenciones, desplazamientos, etc. relativos al caso de evaluación. Este proceso ha sido ampliamente investigado desde múltiples perspectivas (resolución de problemas, toma de decisiones, sistemas de experto, etc.) y en múltiples contextos aplicados (clínico, orientación vocacional, selección, etc.). La investigación existente permite una propuesta de normalización del proceso y, por ello, la EAPA —auxiliada por una serie de organismos internacionales- esta involucrada en el desarrollo de unas Guidelines for the Assessment Process que, presumiblemente, podrían ser publicadas en el año 2000.

 

Juzgue el lector si la producción de todas estas normas mejorara la enseñanza y la práctica de la evaluación psicológica, los diversos especialistas involucrados en todas ellas así lo consideran y, desde luego, con todas ellas se entra en el Siglo XXI, con un bagaje normativo aparentemente sólido.